Nota: el artículo en inglés a continuación.
Note: the English article below.
Lo que somos
Realmente da igual el día en que leas estas líneas, da igual el lugar, o situación por la que estés atravesando. Por algún motivo hemos tenido la suerte o la desdicha de encontrarnos, hay personas que no se encuentran nunca y sin embargo la vida continúa. Hoy es el momento de decir aquello que no pudimos decirnos antes. Quizás hemos esperado el tiempo suficiente, y no espero nada, y que no lleves tan altas expectativas al respecto.
Creo que todos hemos pasado por el ciclo natural de encontrarse con una persona que por algún motivo resuelve fascinarnos las existencia sin permiso, que hace que todo lo que una vez había causado mella en nuestros corazones se borre (quizás por unos escasos instantes), otros por largos períodos y de repente desaparecen sin una explicación clara. Resulta curioso que un nuevo dolor llega si te lo permites, si te entregas a ese ligero aroma de decepción, de vacío, de negación. Una especie de sensación de abandono de perro abandonado se aferra a tus entrañas sin el mayor reparo y de cierto le digo que no permita dejarse caer en el abismo. Así, sin más he de decirle.
Afrontar la vida con determinación es aprender a retener aquello que tan bien nos ha de hacer, cuidarle, apreciarle, amarle con la más inflamable llama, pero es menester decir, que es necesario aprender a su vez a soltar lo que esté dispuesto a seguir su rumbo. Nada ni nadie nos asegura que lo que bien nos hace en un primer momento, luego lo seguirá haciendo; deprimirse al encuentro de la verdad es un acto hediondo y poco noble. El ser humano (a mi entender), es libre de decidir dónde quiere permanecer, y dejar que los barcos sigan su rumbo nos hace liberarnos de anclas al final de día.
El hombre llega a apreciar todo lo que le fascina, pero ¿acaso fascinas todo el tiempo? No considero que exista un destino, pero tampoco creo que existan las casualidades, por ende, quien quiera partir, acepte que así sea, no le busque, no insista en personas que nunca van a insistir por usted, gente que quizás no le merecen, que se dieron la oportunidad de viajar a otros sitios, otros brazos, otros cielos. Aprenda a sonreír tras la pérdida, valorarse a usted mismo, darse otra oportunidad y todas las que sean necesarias. Llorar libera, pero llore bien, con furia, con rabia, con ira, deje todo el rencor brotar por sus mejillas hasta que su llanto se convierta en sonrisa. Si usted cree que llorar es un acto cobarde, con amargura y satisfacción le digo, que su mirada está llena de sentimientos poco honrados.
Quienes conocen el vació que se queda en el alma tras la ausencia, reconocen que solo eso, podrían hacer desorientar a un ser y arrojarlo a las llamas del olvido, que toda insistencia es mordaz, e irrelevante y agotadora para quién se ha marchado; solo queda seguir mirar hacia el presente y mejorarlo con las últimas fuerzas que quedan. Solo tú puedes alumbrar tu vida, y quién esté dispuesto a seguirte, sin dudas lo hará. No se mendiga por compañía, por verdades, o por cariño, imagínese usted por amor.
También es cierto que la mayoría de las situaciones las imaginamos, nada nunca es tan malo cuando ya estás preparado de antemano para lo peor. Será que no todo el mundo es tan fuerte para decir todo lo que quisiera, o se toman el trabajo de no hablar las cosas claras desde un primer momento, y el tiempo no se detiene, aunque el reloj tenga sus desperfectos.
Aprendamos a guiar nuestra vida, a presionar el acelerador y hacer que las cosas pasen, pero antes debes empezar por cambiar la actitud sin perder la esencia única de lo maravilloso que eres. Quien no te valoró hoy, como un acto de amor, dale las gracias, deséale suerte y muchos éxitos, pero recuerda que no eres estación de tren para esperar a nadie. Quien te quiere en su vida, hará lo imposible porque estés y aunque se moleste con todas sus fuerzas, encontrará un motivo para quedarse y nunca se marchará. Un día quizás, tú también tengas que marcharte y entenderás por qué otros lo hicieron. Entenderás que intentar cambiar a alguien, es viciarle profundamente, que no hay motivo ni razón para continuar siendo una prisión en este mundo que se toma tiempo suficiente para otros, y menos para sí.
La paz está en cada cual, como la guerra. Para hacer una tregua con nuestros semejantes, es menester hacerla primero con nosotros mismos. Que marchen lo que se tengan que marchar, que nosotros nos quedamos con quienes nos vean como lo que podemos ser, antes de lo que somos.