lunes, 5 de octubre de 2020

La Hora




 

Escuchando a un flaco

Que un día gritó:

¡Quemen todo!


Un día tendré la frente marchita por los años, encenderé un cigarro a la salud o mala salud de lo vivido, seriviré otro trago de algún ron caro que haya quedado guardado por ahí, me sentaré en ese sillón en que tanto te gustaba reposar la pereza después de una larga jornada de trabajo. Sentiré al viento arañar mis rostro decrépito y cerraré los ojos sedientos del ayer, nuestro gato se adosará a mis pies placidamente y recordaré que hace mucho tiempo nadie abre las páginas que conducían al cielo en aquel libro olvidado y que los viernes tienen un sabor gris a vacío.

Habrá otra carta sin destinatario estrujada fuera del cesto que no encajó con su destino. Más una vecina vendrá todas las tardes con la cena y una falda muy corta para animarme la vista, cuando ya no tendré ganas. Para ese entonces la televisión encendida entreteniendo a los demonios que se sientan en la sala desde que te marchaste y la radio lanzará sus últimas melodías de consuelo, sentiré profundamente la soledad del preso ante la vida y sus caprichos. 

¡Sí! Estaré viejo, cansado, sin los miedos que una vez dieron sentido a mis noches y con muchas pastillas para soportar un cuerpo que a duras penas se podrá sostener, una tos constante, una lengua picante y una cabeza que olvida todo salvo los recuerdos lejanos. Las tenues luces reinarán esta casa que una vez fue un hogar, la cama amordazada tras la ausencia y la soledad de unas almohadas me robarán las lágrimas.

Pasará que un periodista curioso y torpe como el solo querrá concluir su artículo absurdo y vendrá con su equipo a visitarme, profesará sus halagos vacíos y exagerados..., pero yo sonreiré si aún conservo la calma y sacrificaré todo por hacer de cada respuesta un epitafio.

Seré otro rumor inmortal del barrio, uno más para difamar, el fantasma tras el traje de luto cuando tú no estés y también yo me empiece a quedar solo.


  

               Walter Alan Nielf

Anatomía de artistas


El siglo XXI ha traído consigo una enfermedad para el Arte. La mediocridad de la crítica y lo más imperdonable, la degradación e iniquidad del espíritu. Burlemos entonces el sarcasmo del humorismo y la trivialidad de los fundamentos, así como el terror de la propia conciencia del artista. Hagamos que salgan los demonios y se conviertan en ángeles de ensueños.





El Arte no se encuentra en la naturaleza, sino en nuestra propia imaginación. Por lo tanto, el Arte no es más que una alegre ilusión, algo no palpable, que por sus condiciones no pertenece a nadie, ni siquiera al artista, quien no sabe que es su arte. Existen aquellos que plasman mejor que otros su imaginación, a punto tal que llega a resultar embriagador y exquisito, por consiguiente a es a esos los que llamamos “artistas”. Transmiten a multitudes, reflejan su mundo interior y lo extrapolan de una sutil y hermosa manera al exterior. Sin embargo todos podríamos ser artistas en alguna medida, porque todos contamos con un mundo interior que algunas veces sale de su cueva para relucir.  Solo existen dos tipos de personas en el mundo: Los que se dedican al Arte y los que no cultivan su mundo interior.  

Sucede que cuando se conoce la obra de un artista las personas suelen simplificar a la persona al contenido de su obra. Por consecuencia de esto terminan por enmudecer sus criterios y no hacer nada por el autor. Como si de repente su obra (si estamos en total de acuerdo con ella) supone haber tocado fondo y con esto su creador. ¡Y no existe nada más! ¡No hay más verdades! Vamos parafraseando de un lado a otro y nos apropiamos de las más bellas y horrorosas palabras, de sus caracteres y egoísmos. Con la medida del tiempo la obra supera al artista, y peor aún las pasiones que condicionaron la obra. Y digo pasiones, porque de eso se trata una buena obra de Arte, precisamente en un cúmulo de pasiones que necesitan expresarse de algún modo. Esa fuerza que hace al pintor agarrar sus modestos pinceles, al músico buscar su instrumento, al fotógrafo su cámara, al artesano cualquier elemento que se encuentre a su alcance, al escritor no separarse nunca de su pluma, etc. Un artista es un hacedor de sentimientos, un apasionado inquebrantable del Arte, que conoce que en el mismo Arte no hay límites. Es necesario ver un poco más allá de un hermoso cuadro enmarcado en oro, o una dulce melodía que nos despierte los sentimientos.
Las tres cosas que no deben faltar en una obra de Arte son: Sugerir algo que nos alimente el espíritu, sembrar una pregunta que nos haga crecer como seres humanos y profundas convicciones de lo que expresa su autor. Un error que no puede permitirse nunca a un artista es que dude de su obra antes de entregarla a su público. Sería un arto hediondo y poco bello.

 
La crítica profesional siempre la espera un artista. En ocasiones eleva hasta los cielos una obra y te permite soñar que eres extraordinariamente bueno, otras, te queman con la más inflamable llama del infierno, quitándose así las ganas de volver a crear. Considero de suma importancia siempre repasar quién fue el autor antes de lanzarnos a su obra. Pienso que provoca una empatía y una mejor comprensión.

Si analizamos algunos aspectos de la vida del pintor español Francisco de Goya, por ejemplo, vemos que su padre había sido pintor y dorador de retablos y su madre procedía de la pequeña nobleza de Aragón. Desde muy pequeño asistió a clases de pintura, estrechó relaciones con otros pintores y viajó mucho por Italia, donde tendría la oportunidad de alimentar su arte y su imaginación, además de su talento creador.  Sus cuadros contaban con temas armoniosos, y frescos, pero luego, al ser nombrado pintor de la corte, sus cuadros cambiarían el matiz para incluir los retratos oficiales y patrióticos que pasarían al tema histórico, donde denunciaría los crímenes que se cometían en su época y de cuales él mismo pintor fue testigo presencial. Años más tarde Goya contrae una lamentable enfermedad que termina por dejarle sordo totalmente. Esta marcó un punto de inflexión en su expresión artística. Se convierte en un creador irónico que satiriza los defectos sociales y sobre todo las supersticiones de la época. Sus comentarios a través de gruesas pinceladas de tonalidades oscuras matizadas por refinados toques de amarillo, ocre y carmín en sus obras reflejan su dolor, su inconformidad y su nueva forma de pensamiento.

Al ser relegado de su cargo siembra en su Arte un predominio de los tonos negros, marrones y grises, que constituyen un amarga denuncia de los aspectos más oscuros del ser humano y demuestran que su temperamento era cada vez más sombrío.
Trabajó el aguafuerte y la litografía que apenas se conocía en su tiempo. Finalmente Goya, el profundo adorador de Velazquez fallece en Burdeos en la noche del 15 de abril de 1828.
Otra caso que resulta ser un vivo reflejo de la época en que le tocó vivir, es el caso del novelista, poeta, crítico literario y autor teatral de origen irlandés, Oscar Wilde. Fue un gran exponente del esteticismo cuya principal característica era la defensa del arte por el arte. ¿Quiénes no conocen la muy criticada obra epigramática: El Retrato de Dorian Gray? ¿Cuántos no hemos hecho nuestra alguna frase del personaje de Herry Wotton? ¿Cuántas veces el hombre siente amores ardentísimos y pecaminosos como los de Basil por Dorian? Quienes no han sufrido pasiones como los que refleja el autor en esta novela nunca ha experimentado el amor, y es doblemente idiota, porque no hay que salvar un corazón que está hecho para romperse. Hago énfasis precisamente en esta novela, (la única que escribiría) porque se explica en ella los sentimientos tanto sociales, como sentimentales de Wilde que le atormentaban a sobremanera. Denuncia en ella la corrupción del alma del protagonista y defiende la lucha contra la degradación moral.
Utiliza en ella, (como en todas sus obras) un perfecto dominio del lenguaje en prosa que roza la poesía, causando un efecto casi perfecto. Los críticos como Walter Edwar le consideraron de inmoral. Yo me pregunto si ¿existe a caso el término “novela moral” o “novela inmoral”? De un día ser valorada por algunos ignorantes, me atrevo a advertir que la literatura no se debería limitar a términos o conceptos de la ciencia de la Filosofía.

Si sometemos al lector a leerla, de seguro la encontrará chocante y hermosa, sin embargo cuando leemos con detenimiento la epístola que escribió en la cárcel de Reading, titulada De Profundis encontramos datos reveladores de la vida de Wilde. Siempre hay quiénes las encontrarán poco sincera, y esto es lo maravilloso de la investigación del autor, lo salva eternamente o lo hunde en las profundidades.
Poco tiempo después de salir de la cárcel dónde había sido condenado a dos años de trabajos forzados por sodomía, se marcha a Francia donde cambia su nombre a Sebastian Melmoth. Bajo el triste disfraz del anonimato sale a la luz Balada de la prisión de Reading. En esta obra expone Wilde la difícil situación en que se vive un ser humano en la cárcel, así como las injusticias y horrores a los que eran sometidos. Siempre con un lenguaje digno de admiración y cadencioso. 
Sin lugar a dudas en las últimas obras de Oscar Wilde podemos notar un cambio en su personalidad. Se convirtió al catolicismo y reflejó en su obra la más justa crítica tanto a la sociedad burguesa victoriana, como al Arte. Arruinado y endeudado en la última etapa de su vida Wilde, que una vez había sido uno de los escritores que gozaba de cierta posición y lujos, fallece en noviembre de 1900.

Por último tenemos un ejemplo del cual se habla a menudo, pero sin embargo los intentos de salvar de las sombras su personalidad se debe a una limitación parte de su obra. José Julián Martí y Pérez, un escritor y político cubano, que falleció en las Guerras de Independencia de la Isla. Hijo de españoles, un militar y una ama de casa que lo adoraría eternamente. El joven Martí a la edad de 16 años es condenado a trabajos forzados por su apoyo a las luchas por la soberanía cubana, escribe en sus inicios poemarios que no son otra cosa que un reflejo de la cruel realidad en la cual le había tocado vivir. Producto a su delicado estado de salud es deportado a España, donde continúa sus estudios en la Universidad de Zaragoza licenciándose en Derecho, Filosofía y Letras. Comienza una serie de escritos plagados de patriotismo y desarrolla un sentimiento de indignación hacia las medidas españolas respecto a Cuba, viaja a Francia, México y Guatemala. Ávido de regresar a su patria luego de un acontecimiento importante en la historia de Cuba como la Paz del Zanjón, José Julián entra en la isla. Parecía tener una cierta habilidad para meterse en problemas y pasado solo un año es nuevamente deportado a producto a sus actividades clandestina a favor de los revolucionarios. Fijó su residencia en Estados Unidos, en la ciudad de Nueva York. Crea el Partido Comunista de Cuba y funda un periódico llamado Patria. En dicho periódico manifiesta sus ideas a favor de su isla natal.

En medio de la guerra que preparaba la cual llamó “Necesaria”, tras el nacimiento de su hijo, surge el poemario “Ismaelillo”. Una muestra del sentimiento de padre y de gentileza encaminada hacia los niños. También su imaginación y pasión literaria lo llevan a crear otro libro de poemas titulado “Versos Sencillos”. Este libro en particular es del todo abarcador, los sentimientos patrióticos y gentiles de la vida quedan reflejados en todo su esplendor.

Producto a su condición de hombre de letras, con profundas convicciones y amplia concepción del mundo se vio en la difícil tarea de realizar un profundo análisis de su tiempo. Como brillante intelectual realizó en sus obras las preguntas necesarias y por supuesto brindó una solución. Su obra es considerada un ícono irrefutable de la literatura de América y del mundo. Podríamos agregar que es pilar fundamental del pensamiento universal.

Finalmente muere el 19 de mayo de 1895 en el campo de batalla. Algo que nos resulta del todo curioso al leer las obras martianas es la anunciación de su muerte. A través de suaves e ingeniosas líneas de un poema, nos susurra “…moriré de cara al sol”.

Hemos visto que en la medida que transcurre la vida de un artista su obra adquiere un significado que puede o no agradarnos. Lo único que podría salvar a un artista es su público. Es el público quién tiene el poder de elevar una obra, de rescatarla del polvo del tiempo para trabajarla, adaptarla su sociedad y a su carácter. No debemos nunca permitir que una obra nos sugestione y menos que nos subestime o nos limite. Siempre es importante aclarar que un artista es una persona que te ha amado terriblemente y te ha brindado una parte de sí. Que esos reflejos de gente mala, no es otra cosa que buenos cansados que terminaron terriblemente aburridos. Recuerda que aquellos creadores también ahogaron suspiros en las ventanas, que les fue difícil acostumbrarse a no volver de ese otro lado. Que hay momentos en que los artistas son peligrosos por naturaleza para un gobierno o estado, que no aceptan la palabra “NO”, puesto que la mente humana no entiende su significado. Aseguro que lo único de lo que podían morir convencidos es que su alma no vale y es fácil de regalarla a cualquiera que tenga una gran pasión.  Un artista no sueña ser un avatar de la imaginación, solo un loco lo consideraría tal cosa. Tienen cualidades espectro plasmáticas y no conocen la verdad, salvo la suya propia. Un día fatigarán al instinto humano y es menester sugerir que es el momento de enfocarse más en las enseñanzas que trasmite la obra por amor y no matar al artista con fundamentos.   

                                                                   Walter Alan Nielf
                                             La Habana, 6 de noviembre de 2019

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